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NUNCA ESNIFES AL ANOCHECER - nuevo libro de terror

 
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Autor Mensaje
MarcoMontero
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Registrado: 15 Abr 2015
Mensajes: 9

Responder citando
MensajePublicado: Lun Abr 20, 2015 9:33 am 
Asunto: NUNCA ESNIFES AL ANOCHECER - nuevo libro de terror

Hola a todos, acabo de poner en internet gratis mi nuevo libro de terror. Se puede descargar de espanolfree-ebook.

Me interesaría saber vuestra opinión sobre ello.
Aquí abajo he puesto un extraxto (pagina 46-52/235)

La frontera diurna/nocturna , zona6
( después de la lluvia )

Los charcos ya se habían secado. Sin embargo, el cielo seguía encapotado amenazando con la lluvia inminente. Los Kuxs heridos se hallaban en la parte trasera del cobertizo tumbados en unas camillas provisionales. Les habían aplicado las vendas impregnadas de una crema espesa que contenía la extracción de Tulipro, una planta perenne especialmente cultivada para la curación de las quemaduras de ácido.
Poex estaba nuevamente escaneando los cuadrantes particulares de la zona nocturna. El presentimiento que se le había anidado en su cerebro lo inquietaba. Ahora miraba la peculiar actividad de los escarabajos. Se agrupaban y se unían con otras colmenas, o por lo menos eso parecía según las manchas rojas que mostraban las desviaciones de temperatura. Por supuesto, Poex en ese momento, aún no sabía nada de la mutación, ni de los ataques. Eso vendría más tarde. Cuando vinieran las primeras bajas.
Sus pensamientos interrumpió uno de los Kuxs que comenzó a gritar al otro que le dejara en paz y no se metiera en los asuntos que no le incumbían. El otro, que se llamaba Goff y que era el subteniente, le respondió también con la voz bastante alta que le daba igual si el asunto le incumbía o no, pero que no le apetecía escuchar todo el tiempo la misma perorata y le advirtió que se fuera a freír espárragos. El primero, llamado Flux, le corrigió que a freír espárragos se iría él y muy pronto. Acto seguido, se embistió a él y le comenzó a dar puñetazos en su cabeza cuadrada.
“¡¡Ya basta!!” gritó Poex y agarró ancho hombro de Flux y lo tiró hacia atrás. Flux se cayó al suelo. Goff se incorporó y rugiendo intentaba alcanzar otra vez a Flux para vengarse. Poex lo paró con su mano derecha y le dijo a su cara enrojecida de furor:
“Aléjate de él y cálmate si no quieres que te lleve al agujero, sea cual sea tu rango. Y lo mismo vale también para ti.“ Poex giró la cabeza y miró hacia Flux. Estos altercados o peleas pasaban con frecuencia después de las lluvias acidas. Los Kuxs eran muy sensibles a los cambios de acidez que siempre se condensaba en el aire y que les causaba la exasperación y a menudo la furia y la agresividad.
“Ya se puede salir.” continuó Poex. “De forma que, quiero que todos escrutéis detenidamente la frontera y que estéis muy pendientes especialmente con los movimientos de los escarabajos. He notado algo raro, pero puede que se trate sólo de algún comportamiento relacionado con la reproducción. También quiero que las cuatro Centinelas vigilen los puntos lindantes con las zonas 4 y 5. Y quiero informes cada tercera parte de la puesta. ¿Queda claro?”
Le respondieron varios gruñidos nerviosos. A continuación, uno de las Centinelas abrió la puerta del cobertizo y salió. Una ráfaga álgida metió dentro una nube de polvo grueso mezclado con arena rojiza. Poex miró de nuevo el monitor que tenía implantado en su tercer brazo. No cabía duda, los escarabajos creaban grupos grandes y se acercaban a la frontera. Había que informar a Lorm porque las cosas se podían poner bastante feas.
Poex apagó el monitor y salió afuera. Estaba a punto de comenzar la conexión mental con su superior cuando de repente, percibió una vibración electrostática a su derecha. Giró la cabeza para ver que estaba pasando y fue entonces, cuando se desgarró el espacio y apareció una brecha. Poex, en ese momento, pudo sentir la presencia del otro mundo e incluso pudo oír un sonido estridente, seguramente proveniente de un tipo de claxon. Dio media vuelta, la brecha se abrió aún más y escupió un fardo orgánico y lleno de baba pegajosa. El fardo se estaba retorciendo espasmódicamente, aumentaba su tamaño y poco a poco cobraba la forma que Poex conocía muy bien.
Alguien lanzó un grito de pavor. El viento arreció y metió más polvo dentro del cobertizo. Acto seguido, salió desde él Goff frotándose la mejilla. Luego miró hacia izquierda y sus ojos se agrandaron cuando se fijó en la cosa que se agitaba y se sacudía a medida que crecía.
Poex cogió el arma, la brecha se cerró. El bicho que comenzaba a parecerse a un hun-hun saltó. Poex disparó y al mismo tiempo intento esquivarlo pero reaccionó demasiado tarde y el ser le clavó los dientes puntiagudos en el brazo. Luego lanzó una de sus extremidades deformas y le cortó la piel abdominal. El flujo amarilloso salpicó la tierra agrietada y algunas gotas mancharon el uniforme de Goff, que se hallaba, en ese instante, a dos metros de distancia. Sonaron otros dos disparos. Probablemente dieran en el blanco pero el bicho seguía atacando a Poex y otra de sus extremidades le causó una herida grave en la cabeza, fue su ojo izquierdo que explotó y comenzó a correr por su mejilla. Poex gritó y se cayó al suelo. Su cuerpo estaba lleno del líquido corporal que ahora perdía con abundancia. Goff sacó un cuchillo grande que tenía en la vaina atada alrededor de la pierna derecha y trató de cortar una extremidad del bicho. La criatura repugnante soltó el brazo de Poex moribundo y saltó hacia Goff. Sonaron otros tres disparos. Dos de ellos le perforaron la cabeza al bicho y el tercer internó dentro de su boca. Sin embargo, antes de morir, el bicho originó con una de sus garras reforzadas una herida bastante profunda en la mano izquierda de Goff.
Llegaron otros Kuxs, pero de sopetón, el ambiente empezó a vibrar nuevamente y esta vez se abrieron dos brechas al mismo tiempo y en el campo en frente del cobertizo echaron dos similares fardos más. Los Kuxs inmediatamente abrieron fuego. Las balas especiales hicieron sonar el aire denso y perforaron los bichos. Sin embargo, uno de ellos lo más grande logró escaparse y cruzar la frontera nocturna. Dio varios pasos más y su medio trasformado y pesado cuerpo se desplomó cerca de una de las colmenas de los escarabajos que vivían a la frontera. Eran más pequeños pero mortíferos igualmente cómo sus hermanos que ocupaban las zonas más interiores. Los escarabajos salieron de los tres agujeros y atacaron a su presa. Sus pequeños y ponzoñosos dientes empezaron a arrancar la carne del ser.
Goff entró corriendo en el cobertizo. En la parte trasera, dónde se encontraban las camillas ocupadas por los Kuxs con escaldaduras, había garrafas con golletes anchos de líquido esterilizado. Rápidamente abrió una de ellas y hundió su mano herida hasta el fondo. El dolor era ardiente. Cuando el desinfectante tocó la piel abierta de Goff, él aulló, era como si le golpeasen con un martillo grande e incandescente. Desde afuera sonaron otros varios disparos y luego alguien gritó algo que Goff no pudo descifrar.
Uno de los Kuxs que estaba tumbado en la camilla más cercana de Goff le preguntó que qué había pasado pero Goff en vez de responderle cogió una venda, que estaba doblaba en una silla y se envolvió la herida. Luego tosió, escupió un salivazo verdusco y muy espeso en el suelo de acero y regresó al campo. Había que tranquilizar la situación e informar a Lorm. El brazo le temblaba pero el picor menguó un poco.
Goff observó el terreno y vio satisfactoriamente que los tres bichos estaban muertos. Uno en la zona prohibida pero eso daba igual porque los escarabajos se encargarían de su despojos. Lo jodido era, que Poex probablemente estaba muerto o lo estaría muy pronto. Goff encaminó hacia él. Tres Kuxs que le rodeaban, intentaban parar la pérdida del flujo, pero fue en vano. Las convulsiones que daba su cuerpo advertían que se acercaba su fin.
“¡Mierda!” siseó Goff en voz apagada y miró hacia el cielo. Los nubarrones grandes llenas de ácido no se movían. Respiró hondo. De repente, la mano derecha de Poex agarró el uniforme de uno de los Kuxs y aunque era imposible le comenzó a hablar:
“Habrán más, he visto de dónde vienen, habrán muchos y nos matarán. Cuidado con los…..” pero no terminó la frase, sus dos restantes ojos cambiaron el color a negro y se cerraron. Poex murió. La guerra nació. Más allá tras la frontera el festín continuaba.
*
Guw

Guw se hallaba en una sala grande iluminada por varias bombillas potentes que desprendían una luz amarilla-verdoso. A su alrededor estaban cuatro Xibogs de batas azules provistas de un velcro muy sofisticado y descongelaban su herida para poder insertar dentro de la pantorrilla un aparato que renovaba el tejido lesionado.
Después de haber trasladado a Guw a la enfermería, Cludd se alejó a su despacho. No pudo quitarse de la cabeza la conversación con Broky. Estaba seguro de que él le había ocultado algo importante. Pero primero tuvo que preparar el informe y enviarlo a Jorr. La situación era bastante delicada. Así que, se sentó en una silla de hierro y encendió el portátil que tenía en su brazo central.
El efecto de Trozen-150 ya se había pasado pero Guw permanecía en un estado parecido al coma. Soñaba hundido profundamente en la parte nocturna de su mente. Se encontraba en un sitio cerrado, elástico y lleno de un tipo de flujo poco viscoso. Se sentía muy opresivo, indefenso y enrollado en sí. Sus diminutas extremidades flotaban enfrente de sus ojos y a veces chocaban contra su también muy pequeño cuerpo. Dentro del espacio sonaba una voz, pero esa voz resonaba, igual que si alguien hablara dentro de un recipiente hueco y de hojalata, y hacía vibrar el flujo. También le parecía que todo a su alrededor se estaba moviendo como si se tratase de un paso, lento y regular. Intentó incorporarse, pero la membrana flexible no le permitía hacer casi ningún movimiento. De repente, su mente anegaron unas imágenes muy angustiadas y molestas. Él vio una figura, hembra, con el abdomen abultado riéndose. Vio como cogía una cuchara sucia de una mesa llena de trozos de papel. También se fijó en un bulto arrugado y empapado de un líquido rojo, compresa - esta palabra emergió de la nada y comenzó a palpitar en su cerebro. No sabía que significaba pero le asqueaba. La hembra abrió una bolsita transparente y vertió un poco del polvo que estaba dentro en la cuchara. La imagen cambió. Guw sentía un vértigo. Una de sus extremidades chocó contra su cara. Ahora la hembra tenía en la mano una jeringa que parecía usada varias veces e intentaba inyectarse alguna droga.
¡Peligro! ¡Peligro! ¡Quiere matarte! ¡Peligro! ¡Defiéndete! Este pensamiento se incrustó en su mente como un clavo afilado. Guw empezó a empujar con sus pequeñas manos contra los lados. Logró ensancharlos un poco pero luego, la presión de la membrana los comprimió otra vez a su forma original. Acto seguido, acudió desesperación y terror.
Ruddy, uno de los Xibog que miraba el monitor que controlaba las funciones vitales de Guw notó una anomalía extraña en la curva que medía el cerebro. Quiso advertir de ello a otros pero en ese momento, el cuerpo de Guw se arqueó y comenzó a temblarse. Huyt y Brew que acabaron de abrir la herida apretaron sus piernas con fuerza y Brew gritó:
“Rápido, aplicarle Yluip 50”. Durk, el cuarto de los Xibog, dio media vuelta y corrió hacia una estantería repleta de frascos y tubos. Cogió un ámpula y la metió en una pistola especial. A continuación, inyectó el suero en el pecho de Guw. Los temblores cesaron, pero el monitor indicaba las anomalías cerebrales incluso con más deflexión.
Guw se agitaba. Ahora la imagen en su mente mostraba una señal roja grande con las letras ardientes escritas en ella que decían: ¡MÁTALOS! Y también oía un chillido estridente de un silbato que provenía de alguna parte desde afuera. Yluip 50 agilizó la transformación celular de su ADN. Guw abrió los ojos y vio cuatro enemigos que procuraban asesinarlo. Acumuló todas las fuerzas que podía y tiró con las piernas. Brew y Huyt fueron arrojados a los lados. Guw se sentó y cogió de la mesa una herramienta lejanamente parecida a un bisturí, después, atacó a Durk y le cortó profundamente en la mejilla. Él gritó, otro corte le abrió el pecho y dejó salir un órgano oscuro. Durk se desplomó al suelo. Guw miró hacia la derecha y tiró el cuchillo, la hoja dio directamente en la cabeza de Brew. Éste chocó contra otra mesa llena de vendas, la volcó y cayó de bruces en una camilla baja hecha de titano. Se pudo oír un chasquido seco como se rompieron sus dos columnas vertebrales.
“¡¡Me cago en la leche, detenlo, joder!!” gritó Huyt a voz en cuello a Ruddy. Aún seguía tumbado en el suelo pues la caída le dislocó el tobillo. Guw continuó con la matanza. Los enemigos debían ser eliminados. Cogió otra herramienta de la mesa, era un serrucho de 25 cm. Acto seguido, se embistió rápidamente a Ruddy. Él se vio arrojado hacia atrás y al mismo tiempo sintió como los dientes afilados del serrucho desgarraban la piel tiesa en su bulto de cuello. El líquido corporal primero brotó de la herida y luego empezó a salpicar a la cara furiosa y loca de Guw conforme él seguía cortando.
Huyt intentó huir arrastrándose a cuatro patas. Su mano derecha se resbaló sobre el líquido corporal de Durk que ya había creado un charco amarillado oscuro alrededor de su cuerpo. Guw se volvió hacia él. De pronto, una punzada fuerte amartilló su cabeza. Las imágenes regresaron y ahora mostraban la hembra de pie en frente de un espejo grande. Sus uñas sucias se hundían poco a poco dentro de su panza tratando de alcanzar el útero dónde llevaba el feto. Así lo llamaba: el feto maligno. Y este feto ahora era Guw. Y ella lo quería matar, deshacerse de ese cargo de su novio que le había metido en esta mierda de droga. Todo eso pudo leer Guw en la mente de la hembra puesto que estaban conectados por un cordón umbilical.
Las uñas penetraron dentro del abdomen de la hembra y el líquido rojo comenzó a manar en hilos hacia su órgano de reproducción. Guw sintió la presión y el dolor. La piel del útero reventó y las manos de la hembra apretaron el feto/Guw. La imagen desapareció. El dolor no. Guw enfocó la vista hacia Huyt que ya casi había alcanzado la puerta. Luego, miró otra vez la mesa y cogió unas tijeras serradas de cromo. Huyt comenzó a gritar:
“¡Socorro! ¡Socorro que alguien me ayude!” pero la enfermería estaba vacía, todos parecían estar en otras partes del puesto avanzado. Guw se acercaba. Desde debajo Huyt podía ver cómo crecía su sombra. Después, su mirada se desvió hacia las tijeras abiertas y él vio cómo las cuchillas letales comenzaban a bajar. Trató de alzar dos de sus tres manos para protegerse pero sus movimientos eran muy lentos. Las puntas de las tijeras se hundieron profundamente en dos de sus dilatados ojos. Él más bien agonizó que gritó de dolor. Afortunadamente, el fin vino pronto.
Guw se quedó un rato inmóvil. La transformación de su ADN ya había alcanzado un 88%. Ahora los pensamientos de Xibog se mezclaban con los humanos con más rapidez y él no podía distinguir entre ellos. El cerebro le pulsaba como si creciera y se contrajera al mismo tiempo. Había que encontrar un sitio donde pudiera esconderse y esperar hasta que se finalizara el cambio celular. Sacó las tijeras de los ojos muertos de Huyt y salió de la sala. Al fondo del pasillo corto había una escalera que conducía abajo a la planta subterránea que se usaba exclusivamente cómo el depósito de cadáveres. Guw inició el camino y fue entonces, cuando le invadió una ola fuerte de náuseas y él tuvo que detenerse y vomitar. El flujo que había salido de sus entrañas era morado hasta casi negro y apestaba. Someramente se limpió con una mano la boca y continuó hacia la escalera. El dolor de la cabeza se intensificó. Guw tuvo que apoyarse en las paredes para evitar la caída. Respiraba hondo. Su pierna herida le picaba y expulsaba un pus muy espeso y blanco.
Por fin, tocó la barandilla de la escalera y bajó. Caminó tambaleándose unos doce pasos y luego entró en una habitación cuadrada y llena de camillas estrechas y bajas. Se tumbó en una de las que estaban más atrás y se cubrió con una manta lisa y fría. A continuación, cerró sus tres ojos e intentó calmarse, intentó entrar en la zona nocturna. Pero el dolor de la cabeza era tan intensivo que no le permitía este lujo. Las tijeras se le cayeron de la mano, él se agachó un poco para cogerlos. Otra punzada le incrustó otro clavo dentro de su tejido cerebral. Él gimió silenciosamente y se apretó las sienes. En ese momento, deseó su muerte.
Afuera casi oscurecía. Guw miró las tijeras y de repente, perdió el resto de la cordura que quizás aún quedaba en algún lugar de su subconsciencia. Se agachó a la derecha y cayó de la camilla. La caída le abrió más la herida y el pus salpicó el suelo. Ya daba igual. Todo daba igual. Se incorporó un poco y agarró el metal gélido de las tijeras. Durante un rato observó la punta. Sonría. Cuando la Xar tocó el horizonte, Guw terminó su vida.
/
Poco tiempo después de la muerte de Guw se abrió la puerta corrediza y entró Parky. Era el asistente mayor de la enfermería. Silbaba. Cuando vio la masacre dentro de la sala se le congeló la boca en un “O”. Al cabo de un rato, se espabiló un poco y encendió la alarma. Su sonido chillante llenó la enfermería. Parky dio cinco pasos más y luego se agachó y empezó a vomitar en la camilla dónde antes había estado tumbado Guw
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